viernes, 21 de marzo de 2008

Lo que no para de caer es el tipo de cambio real

Jaime Mezzera

La rentabilidad de producir bienes y servicios que compiten con el exterior –los transables, en léxico económico- tiene como base el tipo de cambio real. Éste se calcula como un cociente del tipo de cambio nominal –ése que nos anuncian diariamente los noticiarios- dividido por un índice de precios. Lo usual es usar el índice de precios al consumo, el IPC. Pero el costo de producir está mejor aproximado por el índice de precios de los productos nacionales, IPPN, que antiguamente se llamaba Índice de Precios Mayoristas, o IPM.
Pues bien, haciendo esos cálculos y llevando todo a precios de hoy, resulta que el tipo de cambio deflactado por el IPC era de algo más de 23 en enero de 2000, subió hasta 41 a mediados de 2002, y desde entonces cae continuamente. Esa caída fue especialmente fuerte en dos períodos: el primer semestre de 2004, y el segundo semestre de 2007. Cuando el tipo de cambio se deflacta por el IPM se ven las mismas tendencias.
Recordemos que en 2002 la economía uruguaya se estaba cayendo a pedazos porque Brasil había desvalorizado su moneda y entonces, al tipo de cambio de la época, sólo nos quedaba la posibilidad de exportar a la Argentina –que hacía lo mismo que nosotros con su tipo de cambio- mientras comprábamos al exterior, y especialmente al Brasil, prácticamente todo lo que era transable.
A principios de 2002, a raíz de la devaluación argentina, la cotización nominal del dólar empezó a subir en Uruguay, a subir mucho más rápido que los índices de precios: hasta agosto-setiembre de 2002, el tipo de cambio real subió vertiginosamente, al punto que en ese período el gráfico muestra dos líneas casi verticales.
Desde entonces, el tipo de cambio real se desvaloriza continuamente en comparación con cualquiera de los dos índices de precios, y se desploma espectacularmente desde principios de 2007, especialmente cuando se lo compara con el IPM que, como se dijo antes, es mucho más relevante para comparar la rentabilidad. Así, a principios de 2007 un dólar era equivalente a 28 pesos de hoy, y catorce meses más tarde, el mismo equivale a 20,6 pesos.

En conclusión, el tipo de cambio real actual es 11 por ciento inferior al de principios de 2000 si lo deflactamos por el IPC, y 40 por ciento más bajo si lo ajustamos por el IPM-IPPN.

Por su parte, en el año 2007 la caída del valor real dólar en Uruguay fue de 26 por ciento de su valor inicial, lo que casi duplica la que en igual lapso experimentó el dólar frente al euro y al franco suizo, que fue de 14 por ciento. Una vez más, no es conveniente creerles a los funcionarios del gobierno cuando dicen que “este fenómeno es mundial”…
En otras palabras, también perdimos competitividad frente a los europeos, y ni hablar de la pérdida de competitividad sufrida frente a los asiáticos.
Como consecuencia, los productores de transables sufren, sea porque se les corta la posibilidad de exportar, sea porque el mercado nacional está invadido por producción extranjera.
La recientemente publicada encuesta industrial de la CIU muestra que en 2007 cayó la producción industrial en varias líneas de la producción de alimentos y bebidas, en las cervecerías y la elaboración de aceites y grasas, en todas las textiles y las de cuero incluyendo la fabricación de calzado, en los productos de caucho, corcho y paja, en las que trabajan con minerales no metálicos… la industria en total aumentó su producción sólo porque Pepsi exporta (al amparo del atraso cambiario brasileño) y porque Botnia produce y demanda insumos, incluyendo la construcción de buques y barcazas.
En 2000, nuestra industria dependía de venderle a la Argentina al amparo del Mercosur. Hoy depende de venderle al Brasil, también al amparo del Mercosur.
El cacareado “país productivo” del Frente Amplio consiste en exportar materias primas parecidas a las de nuestro Siglo XIX más una bebida cola y el efecto de una inversión a la cual el Frente, cuando no era gobierno, se opuso estruendosamente.