sábado, 10 de octubre de 2009

Qué tan largo es el largo plazo?

Todo productor de bienes o servicios que compiten con producción extranjera (los “transables” de que hablamos los economistas) sabe que, aunque no sea el único, el nivel del tipo de cambio real es el principal elemento que determina su rentabilidad.
Desde otras tiendas ello se disputa. Veamos.
El Gobierno dijo recientemente que la competitividad de nuestra economía no ha disminuido. Los datos sobre tipo de cambio real efectivo del BCU dicen que sí lo ha hecho, en proporciones significativas, y especialmente con los países con los que más nos convendría comerciar si no fuera por las trabas que impone el Mercosur: EE.UU., México, Gran Bretaña, Italia, Alemania, España, China. Casi nada. Desde marzo de 2005 hemos perdido competitividad con todos ellos, y la hemos ganado sólo con Brasil. Es la misma situación de 1987-88 cuando con la misma política y los mismos argumentos nos embretamos a exportar sólo a Brasil… así nos fue.

Hay quien argumenta que más allá de la cambiaria “hay otras vías de ganar competitividad”. Esas “otras vías” son inversiones privadas que generan más productividad. Pero con un cambio real muy bajo nadie en su sano juicio emprende inversiones en producción de transables que, si se concretaran, conducirían a obtener las ganancias de productividad que en el futuro permitirían a las empresas ser rentables con cualquier política cambiaria. En Chile se quebró el cambio fijo en 1982 pero recién en 1985 un Ministro sensato se comprometió a que el tipo de cambio real se mantendría a un nivel alto y estable durante los siguientes cinco años y así desató el proceso de modernización que hoy tanto envidiamos los uruguayos anclados en el pasado por el atraso cambiario recurrente. Ese proceso de modernización es agropecuario, es pesquero, es minero, es industrial, es en infraestructura, es en servicios sociales, es en prestación de servicios de alta tecnología… y se basó, originalmente, en el cumplimiento de la promesa ministerial de tipo de cambio real alto y estable. Las mentadas “otras vías” no existen sin la promesa de rentabilidad que significa un cambio real alto garantizado por un lapso prudencial.

Hay quien argumenta que la caída del valor del dólar en el Uruguay refleja un fenómeno mundial. Sería “algo que pasa”, inevitable, casi mágico... La verdad es que como la tasa de interés es más baja en los EE.UU. que en otros países, grandes inversores se endeudan a tasas bajas en EE.UU. y compran papeles de países donde dicha tasa es más alta –entre ellos, el Uruguay y el Brasil. El gobierno brasileño no dice que esto es inevitable ni mágico sino que propone impedirlo con medidas adecuadas a su marco jurídico. Una solución adecuada a nuestro marco jurídico es gravar en alrededor de 5 por ciento los retiros de toda remesa hecha desde el extranjero que no haya pasado al menos dos años invertida en el país. Con eso se desalientan los llamados “capitales golondrina” sin interferir con la inversión productiva, y se desecha el argumento mágico.

Hay quien argumenta que en el largo plazo el tipo de cambio no es importante para determinar la rentabilidad de la producción transable. Esta es una suposición teórica sistemáticamente desmentida por la realidad. En efecto, no sólo es que China lleva casi cuarenta años creciendo más que nadie en la historia con su paridad bajísima, sino que EE.UU. lleva muchas décadas con su moneda sobrevalorada, exceso de consumo interno, ahorro insuficiente y desequilibrios crecientes en su sector transable. Hace décadas que tales desequilibrios van enriqueciendo a varios países inteligentes y usualmente asiáticos que empezaron a crecer a través de un tipo de cambio real alto; con eso indujeron a sus inversores a lograr las ganancias de competitividad que más adelante les permitieron dejar que el cambio real se deteriorara paulatinamente: Japón, Corea, Chile, Malasia, Filipinas, Singapur, Hong Kong, la India, Vietnam, finalmente China….

Empezó alrededor de 1950 y sigue en 2009. Entonces, que alguien me explique: ¿cuántos años dura este largo plazo?

Los errores factuales y estos argumentos teóricos errados son los mismos con que se viene defendiendo desde hace medio siglo cada uno de los sucesivos atrasos cambiarios que han destruido esta economía y esta sociedad. Como aquel dictador que en 1982 decía que “solo los marcianos…” y un Presidente que en 2002 le espetó al líder de los exportadores “usted sólo habla de tipo de cambio” como si aquello fuera un insulto.

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