lunes, 9 de noviembre de 2009

Para Búsqueda - cartas de los lectores

Estimado Sr. Director, es cosa de las profesiones.
Están los que hacen cuentas, calculan el aumento del total de salarios pagados en la economía –la llamada masa salarial- y, si son del Gobierno, festejan porque la misma aumentó significativamente en este año. Si son contadores de un shopping, le agregan a la expansión de la masa salarial el efecto de la caída de la cotización real del dólar entre nosotros, y se frotan las manos pensando que será espectacular la próxima zafra navideña, y que el grueso de la expansión de las ventas será en electrodomésticos.
Están los que informan y se lo cuentan a su público, es decir los periodistas, que después de conversar en el shopping, difunden la buena nueva en primera plana si son del diario, o en lugar destacado del noticiero si son de la TV.
Y estamos los que analizamos qué significa esto y, no siempre, aparecemos como aguafiestas.
No siempre, pero sí esta vez.
Que haya crecido la masa salarial del sector público sería defendible si los ingresos públicos hubieran crecido en la misma proporción y de modo previsiblemente estable para el futuro. Pero no fue así, porque esa expansión se financió con déficit fiscal. El mismo va a resultar un problema político serio en 2010 cuando el Gobierno entrante –sea cual sea- tenga que decirle a COFE “muchachos, lo siento, pero no tengo cómo pagarles lo que se les prometió el año pasado”. Conviene preguntarle a la IMM qué pasa en esos casos.
Que haya crecido la masa salarial del sector privado sería excelente si hubiera crecido en la misma proporción la productividad de las empresas que tienen que pagar los salarios. Pero ocurrió lo contrario, ya que la tasa de crecimiento del empleo privado no agropecuario superó largamente, en 2009, a la del PBI de esas mismas empresas. Quiere decir que con menos productividad las empresas privadas tendrán que ver cómo pagan salarios reales incrementados. Esto se traducirá en conflictos obrero-patronales, en reducción del empleo, en caída de la inversión y, posiblemente, hasta en cierres de empresas.
Que se prevea un despegue intenso de la demanda por electrodomésticos importados también tiene el atractivo de aumentar el bienestar de los hogares. Pero el déficit fiscal suele ir acompañado de déficit en las cuentas externas, y ello se ha ido verificando en la medida en que desde 2004, último año en que a duras penas logramos equilibrar la balanza de comercio exterior de bienes, el déficit externo ha crecido sistemáticamente hasta superar los mil millones de dólares –una Botnia- en 2008. Este año, a pesar de caídas estrepitosas de las importaciones de bienes de capital (cayeron en 20 por ciento) y de bienes intermedios sin contar petróleo y sus derivados ni energía eléctrica (cayeron 27,5 por ciento), el déficit del comercio exterior de bienes se mantiene en el entorno de una Botnia… cada año.
Así, estimado Director y estimados lectores, no puedo festejar los resultados: un déficit fiscal rígido que habrá que financiar y también discutir acremente con una central sindical ensoberbecida, un déficit de operación privado de difícil sustentación, y un déficit externo que nos endeuda cada vez más… para poder importar más electrodomésticos.
Jaime Mezzera

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