sábado, 12 de septiembre de 2009

De qué quiebre histórico me están hablando?

El sábado 12 de setiembre salió en El Observador un artículo que se tituló, a todo el ancho de la página, “Un quiebre histórico”, que relata que por primera vez en muchos años el número de uruguayos que entraron por el Aeropuerto de Carrasco en doce meses (cerrados en junio de 2009) superó a los que salieron. Hasta ahí, la noticia es irrelevante.
La relevancia aparece cuando la articulista afirma que esto “permite decir que se ha revertido el saldo migratorio”, porque tal afirmación es falsa.
Mientras nuestra migración fue a países a los cuales no se puede ir por tierra, el dato sobre quienes viajan por el Aeropuerto era bueno. Pero lo que pasa ahora es que están volviendo por el Aeropuerto muchos de los que habían emigrado a esos países que persiguen a los inmigrantes ilegales, pero los datos del Aeropuerto no dicen nada respecto de la opción de irse a trabajar a Argentina o a Brasil, o incluso a Chile o Paraguay, todos países donde el emigrante puede irse por tierra.
Y por qué sería que los uruguayos estarían eligiendo irse a esos países? Porque en cualquiera de ellos se gana mucho mejor que aquí, la misma razón que los llevaba a emigrar a países desarrollados antes que se desatara en ellos la crisis internacional y la xenofobia.
En Argentina, el salario mínimo es de casi 7200 pesos uruguayos. En Brasil, de casi 6200 de nuestros pesos. En Chile, algo más de 6300 pesos uruguayos. En Paraguay –por más que es bajo el cumplimiento de la norma- equivale a unos 13 mil pesos. Entre nosotros, es de 4.441 pesos.
De casi 30 años de experiencia en el área de empleo e ingresos en América Latina surge que el salario mínimo es el “piso” sobre el cual se construyen las diferencias salariales, una pirámide de escasa elasticidad que sube y baja dependiendo de la evolución del piso. Es decir que tanto a salario mínimo como a cualquier salario se gana en Argentina o Brasil o Chile, alrededor de 50 por ciento más que en el Uruguay. Necesariamente habrá una fuerte tendencia a que nuestros trabajadores, relativamente bien formados y absolutamente mal remunerados, cambien el destino pero no la decisión de emigrar. Tontos serían si no lo hicieran, aun si tienen que irse por tierra, que es más barato.
Pregunto: ni se le ocurrió eso a la articulista?

1 comentario:

LUIS VICTORIA - COLOMBIA dijo...

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