jueves, 10 de septiembre de 2009

Carta de lector pedida a El Observador

Estimado señor Director:
El intercambio de Manuel Lussich con el Ministro García (10 de setiembre 2009, en la Rural) me hizo acordar a un artículo reciente de Paul Krugman en el NYT donde explica por qué muchos observadores se equivocaron tan feo antes de la crisis internacional. La razón principal fue que la gente comparaba el precio de “este activo” con el de “aquél activo” y como habían evolucionado de modo parecido, concluía “ambos precios están bien”. Krugman compara eso con creer que si un litro de algo vale un peso y dos litros de eso mismo valen dos pesos, entonces ambos precios están bien.
El Ministro dice que como el euro sube contra el dólar, entonces está bien que suba el peso uruguayo. Ignora que el dólar está cayendo frente al euro porque la tasa de interés en EE.UU. está muy baja.
Los puntos que levantó Lussich –según la crónica del jueves de tardecita en El Observador- son correctísimos; el dólar baja en Uruguay porque aquí está alta la tasa de interés (y exactamente lo mismo pasa en Brasil) y es grande la venta de letras que “secan” el mercado de pesos.
Nuestras autoridades económicas creen que uno puede hacer cualquier manejo financiero que afecte la tasa de cambio con resultados inmediatos, sin darse cuenta que esos resultados inmediatos inducen cambios que masacran la economía real, que demora décadas en recuperarse.
Testigo principal: la industria destruida por años de atraso cambiario, defendido siempre con argumentos del tipo “las exportaciones no paran de crecer” (Astori), o “el tipo de cambio real no es afectado por el tipo de cambio nominal (Gil Díaz, Alfie, Lorenzo), o “esto es consecuencia de la evolución del cambio en Brasil” (Mosca), o “esto es consecuencia de la evolución del cambio en Argentina (Bensión).
Siempre hay una excusa para usar la baja del tipo de cambio para compensar alguna parte de la inflación generada por el exceso de gasto público. Y quien paga la cuenta es el sector que quiere producir transables no agropecuarios, y los trabajadores que antes trabajaban en ese sector y hoy manejan carritos por las calles de Montevideo.
Cordialmente
Jaime Mezzera

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