sábado, 12 de septiembre de 2009

Derechos humanos, agua y humo

Uno de los temas de estos días es el intento frentista de “anular” la ley de caducidad.
Como han señalado todos los juristas de al menos mediana inteligencia y alguna decencia, y con singular acierto Hebert Gatto, “anular” leyes es un disparate jurídico.
En nuestro arreglo jurídico una ley puede ser derogada. Pero un principio jurídico inamovible, con el cual ningún jurista serio puede discrepar, es que los efectos que tuvieron lugar durante la vigencia de una determinada ley no se pueden alterar. Eso se llama la “certeza jurídica” y consiste, por ejemplo, en que si alguien gana en todas las instancias –es decir, hasta la Suprema Corte- un pleito por cobro de pesos y recibe el pago que reclamó, la certeza jurídica le garantiza que no podrá el perdedor del juicio, el día de mañana, reiniciarlo y reclamar la devolución de lo que la Justicia lo condenó a pagar. Con mayor razón, eso mismo se aplica al derecho penal.
No voy a profundizar en lo jurídico que tan bien han desarrollado Gatto y otros, sino en el terreno político para decir que ésta es otra cortina de humo político como las que el Frente acostumbra arrojar a los ojos de los desprevenidos.
Se repite la estrategia de la infame “reforma del agua” con la cual engañaron a esos mismos desprevenidos en 2004, no porque les interesara el tema del agua, y menos aquello de estar parados encima del famoso acuífero, sino porque era una forma de agitar slogans y así desviar la atención de lo que era relevante, como ahora procuran que nadie perciba el desastre que dejan después de cinco años de la mayor bonanza de la historia.
Pruebas al canto.
Alguien ha vuelto a oír hablar del Acuífero Guaraní?
No. Porque era una cortina de humo para que no se discutieran temas de fondo, una engañifa vergonzante porque fue como hacerle creer a la gente que si yo chupo con una pajita de un vaso, sólo sube por la pajita lo que estaba justo debajo de ella; cuando la verdad es que dejar la explotación del acuífero a una empresa como OSE es la mejor forma de garantizar que el agua del acuífero saldrá por el Brasil, por la Argentina y hasta por el Paraguay, esté debajo nuestro o en el medio del Atlántico. Para eso engañaron a una buena proporción de los uruguayos, todos ellos distraídos.
Alguien sabe qué pasó con las famosas expropiaciones de los “piratas del agua?”.
Pasó que se fue Uragua porque se quería ir, porque había negociado mal las tarifas, fijándolas en pesos como si no fuera a subir el dólar y olvidando que sus utilidades se miden en euros que se valorizaban contra el dólar.
Y Aguas de la Costa? Ah, ésa no quería irse porque había negociado bien y sus tarifas eran rendidoras. Como es de catalanes que –con toda razón- nos lo habrían hecho pagar muy caro, no la expropiaron coo manda la reforma Constitucional sino que el gobierno compró el 60 por ciento de la concesión por 3.4 millones de dólares, y festejó, porque desde fines de octubre de 2004 a la gente le hacen festejar los desastres.
Y las demás? La única que se estatizó, esa sí al precio que se le antojó a la OSE, fue la empresa de Félix Leborgne… sí, claro, de los mismos Leborgne que hace décadas tienen el mejor centro de tratamiento radiológico del cáncer en el país, a quienes Vázquez hizo no sólo echar de Salud Pública sino amenazar por la prensa con terribles juicios… que nunca siquiera se iniciaron.
Cortinas de humo todas.
Sólo que esta vez se les escapó la verdad, como muestra la foto de un mural frentista en Puerto del Buceo que aparece junto a este artículo, y dice "para que siga el FA votá contra contra la impunidad".

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